martes, 4 de mayo de 2010

Recopilación del diario del padre Fernández

A continuación pondré las dos entradas escritas que tenía sobre la historia de la niña Medeiros. Iré añadiendo una entrada más cada semana… espero. XD


Entrada I


He recibido una llamada del Vaticano, se me requiere para un caso de extrema gravedad en Portugal. Al parecer ocurre algo en un pequeño pueblo y me han ordenado que me desplace hasta allí con máxima urgencia.

Los datos que me han proporcionado son escasos, hablan de una niña presumiblemente poseída y un grupo de aldeanos bajo el efecto de una rabia incontrolable. Esperan noticias pronto… pero yo imagino de qué puede tratarse. Como responsable de de casos “anormales” para el Vaticano tenía conocimientos al alcance de muy pocos, además, el mismísimo Santo Padre Juan Pablo II me había bendecido. Es sabido por círculos de la iglesia que los cuatro jinetes llevan siglos minando a la humanidad, el siglo pasado fue quizá en el que mejor hicieron su trabajo, pocos lugares del mundo se salvaron de guerras, hambre, pestes y muerte. Pero el ser humano consigue sobreponerse siempre a las adversidades, aunque los demonios campen entre ellos.

Ahora el caído a lanzado a su quinto jinete y si no podemos controlarlo quizá no haga falta el sexto. No son desvaríos de un sacerdote loco, los casos de posesiones que he seguido a lo largo de los años me han hecho pensar que esto era lo que ÉL buscaba.

Salgo hacia Portugal, espero llegar esta noche al pueblo e informar al Vaticano de la situación.

Dios mío, solo te pido que me des fuerzas para los momentos oscuros que se avecinan sobre nosotros.

Entrada II

He llegado al pueblo al anochecer, la policía portuguesa lo tiene prácticamente tomado y solo gracias a mis credenciales he podido pasar, está claro que no quieren que esto salga a la luz.

Mi contacto era el padre Costa, pero nada más preguntar por el al oficial de guardia, este me ha dicho que está recluido en la iglesia. Antes de poder hacerle alguna pregunta me ha llevado a verle. El pueblo se encuentra vacío, no hay gente por la calle solo policías armados controlándolo todo. De camino el policía me ha dicho que se ha impuesto un toque de queda, nadie puede salir de sus casas y las comunicaciones con el exterior han sido cortadas. Definitivamente no quieren que esto salga de aquí, me maravilla el poder que tiene la iglesia y que permite mi presencia aquí.

La visión del padre Costa ha sido un golpe del cual no creo sea capaz de recuperarme nunca. El ver a un cura de la iglesia en semejante situación me hace dudar si tenemos siquiera una oportunidad de parar esto. Lo tenían encadenado a una columna. Su cara estaba desgarrada, la mejilla colgaba fláccidamente sobre su cuello y al notar nuestra presencia a comenzado a rugir como un animal, mientras intentaba soltarse de los grilletes con fuerte tirones. Una de sus muñecas se ha partido, pero él no lo ha notado y ha seguido dando tirones intentando soltarse mientras no nos quitaba los ojos de encima. Esos ojos… como la sangre, sin vida, sin inteligencia, pero con la maldad del infierno dentro de ellos.

He tenido que salir de la iglesia y alejarme de allí hasta que no escuchaba sus rugidos y gritos, en todo momento escoltado por el policía.
Le he preguntado si sabía que le pasaba, a lo que me ha respondido con un rotundo NO. Según me ha informado, diez personas más del pueblo se encontraban en la misma situación, la única diferencia es que a ellas las tienen encerradas en el sótano de una casa.

Pero unas palabras suyas son lo que más me ha aterrorizado, me ha dicho que habían abierto fuego contra ellos y que volvían a levantarse. “Padre, les hemos matado, les hemos matado y se han levantado”, tras estas palabras se ha derrumbado y ha comenzado a llorar mientras me pedía comulgar.
Me han cedido una habitación en la casa que han improvisado como puesto de mando. Plasmo esto en mi diario mientras intento ordenar ideas y sentimientos antes de mandar un informe al Vaticano, espero que las comunicaciones no afecten a mi portátil.

El quinto jinete ya está entre nosotros… no tengo la menor duda.

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